REFLEXIÓN
Saborizantes, conservantes, colorantes, estabilizantes, aglutinantes, pesticidas, agroquímicos, semillas modificadas genéticamente (transgénicos). Esto es lo que estamos comiendo…
Hemos dejado nuestra alimentación en manos de empresas y supermercados que nos dan “todo cocinado”. Y para que la comida que nos ofrecen sea apetitosa, sepa bien y tenga buen color, han echado mano a la industria química en la peor de sus aplicaciones.
Parece que no tiene sentido pensar en hacernos nuestro propio alimento, cuando es tan fácil y económico que lo hagan por nosotros, pero esto en verdad no es así, tiene un costo a largo plazo, ya que depositar toda la confianza en manos ajenas, nos está costando nuestra SALUD.
Debemos tomar consciencia acerca de los productos que consumimos, porque muchas de nuestras enfermedades actuales están ligadas a lo que comemos.
Nuevos alimentos más saludables y respetuosos con la naturaleza han surgido rápidamente en el último tiempo, y están reemplazando a los más tradicionales, arraigados por costumbres o por marketing (como la famosa pirámide alimentaria). Verdaderamente, estos alimentos ya existían desde hace muchos años, sólo que los hemos dejado de lado, ante la propuesta de la “alimentación publicitaria”, o sea, lo que nos sugiere comer la publicidad.
Un gran paso para empezar a cuidar lo que comemos, es leer las lista de “INGREDIENTES” y no comprarlos si llevan conservantes, colorantes, aglutinantes, saborizantes, etc.
Incorporar muchos más alimentos frescos y orgánicos, como frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, leches vegetales, semillas y frutos secos.
El cacao mejor que sea puro, y para endulzar, antes que azúcar, estevia o azúcar de coco.
Podemos reemplazar los yogures industrializados por leche de coco (cremosa) y alguna fruta de estación, o cereales sin azúcar.
Cuando tenemos ganas de beber algún refresco, podemos reemplazar el típico de cola comprado, por una limonada con jengibre, o con hierbabuena y un poco de azúcar de coco.
También es fundamental reducir de a poco la cantidad de azúcares en general, que estamos acostumbrados a consumir.
Estos cambios no se hacen de un día para el otro, hay que llevarlos con calma y ser conscientes de que el beneficio es para nosotros y para la naturaleza.
