Blog independiente sobre vida consciente

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¿Tenemos la ropa sucia?

El fast fashion o moda rápida que se ha instalado en Europa y Estados Unidos desde hace algunos años es un modelo de negocio que resulta altamente rentable sólo para las marcas.

En este sistema, las prendas son fabricadas en países subdesarrollados para luego ser vendidas en países del primer mundo.

Países como India, Pakistán, Bangladesh, Marruecos, y más recientemente incorporados Brasil y Argentina, son los proveedores textiles de las marcas más conocidas de ropa en Europa.  

A casi diez años de la mayor tragedia de la industria textil, el incendio del edificio Rana Plaza en Bangladesh, en el que murieron 1.133 trabajadores, la situación no ha cambiado mucho y me atrevería a decir que incluso ha empeorado.

Durante la pandemia, las cifras de compra de ropa se elevaron, haciendo que las empresas aumenten su producción, busquen más y nuevos proveedores, ajusten sus números y reduzcan el salario hasta a sus empleados con mejores contratos.

Estas empresas han caído en la desgraciada idea de convertir los precios bajos en ridículos o abusivos, para competir con sus rivales y ganarles el terreno. Pero no debemos confundir BARATO con IRRISORIO, y este límite no lo deberíamos cruzar.

Todos los trabajos realizados por las personas, requieren de una valoración, y es más que lógico que una camiseta a 2€ es un precio que no valora ni este trabajo, ni casi ninguno. Comprar el producto en estas circunstancias es emitir un voto en favor de la marca que lo vende, en definitiva estamos apoyando que la empresa lo siga fabricando.

Parece que cuando se tienen los medios para adquirir bienes y servicios, se olvidan todas las cuestiones éticas que los abarcan: si se necesita, cómo se fabricó, con qué recursos, quién lo fabricó y en qué condiciones, cuánto se degradó el ambiente para fabricarlo, el sitio a donde va a terminar ese desecho, por lo que en la cadena de compra, vivimos nuestro “instante” a plena inconsciencia de todo lo que sucede antes y después.

En la Indiacientos de miles de chicas adolescentes y niños trabajan en los talleres textiles de las marcas más conocidas de la moda mundial, soportando brutales abusos laborales y sexuales

Ésta es la esclavitud moderna que esconde la industria de la moda en la que, de los más de 40 millones de personas atrapadas en dicha esclavitud, el 70 % de ellas son mujeres. Y aquí estamos del otro lado del mundo, millones de mujeres pidiendo igualdades y derechos por un lado, mientras compramos “ropa sucia” cargada de esclavitud por el otro.

Las empresas se libran de cargo, haciendo campañas publicitarias en las que intentan demostrar que tienen convenios con los fabricantes subcontratados de los países del tercer mundo y aseguran que “las jornadas no excederán el límite legal de cada país y el salario irá acorde con su labor y los convenios del sector”.

¿De verdad, nos vamos a creer que en el tercer mundo se cumplen las leyes laborales? ¿Qué las jornadas laborales sean de 16 horas en India es un límite legal aceptable en Europa, si dicho país así lo define? ¿No existe trabajo irregular incluso en Europa? ¿No hay trata de personas en el mundo entero?

¿Cómo podrían estas empresas esperar que los subcontratados no apliquen prácticas abusivas con sus empleados, si el precio irrisorio de venta de una camiseta a 2€ en España lo propicia?

Esto lo que es, es “ausentarse” literalmente del problema y mirar hacia otro lado. Pero saber, lo saben.

LA DESTRUCCIÓN DEL TRABAJO

Además de todos los perjuicios mencionados anteriormente, estas prácticas comerciales abusivas destruyen el trabajo particular de pequeñas fábricas, modistas, costureras particulares, que han vivido de este trabajo toda su vida, y actualmente han tenido que dedicarse a otras áreas laborales por no poder competir con los precios irrisorios.

No es de extrañar entonces, que en nuestro entorno familiar o de amistades, seguramente conozcamos a alguien que haya tenido que cerrar su tienda, o que se haya quedado sin ocupación, sin profesión y sin fuente de trabajo. Y hasta paradójicamente podría estar emplead@ por alguna de estas marcas.

EN NUESTRAS MANOS

La solución no es mágica y a nivel global es poco lo que se puede hacer, porque las empresas no dejarán de rentabilizar su negocio por iniciativa propia.

Tampoco los gobiernos están dispuestos a modificar demasiado estas condiciones, porque siempre este tipo de cosas algún beneficio les trae.

Pero nosotros sí podemos hacer algo. Todo lo que compramos, es nuestra elección y a nivel personal y particular puede parecer un grano de arena, pero si detenemos nuestras compras masivas a estas tiendas, estaremos haciendo mucho. En su lugar podemos comprar ropa artesana de diseño o emprendimiento local, busca por internet como buscas todo y l@ encontrarás.

El juego del dominó comienza con uno solo que cae y empuja a los otros cien.

Malena Fernández Covián

Directora Editorial

Madre Tierra (pachamama)

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“BUENA ROPA, SALARIO JUSTO” es una campaña que exige una legislación sobre salarios dignos en el sector de la confección, los textiles y el calzado.

Se necesitan 1 millón de firmas de ciudadanos de la UE para impulsar una legislación que exija a las empresas llevar a cabo la debida diligencia en materia de salarios dignos en sus cadenas de suministro.

https://www.goodclothesfairpay.eu/

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