Este camino del autoconocimiento es serpenteante y demandante, a veces escurridizo y las recompensas se hacen desear. Los frutos aparecen cuando ya no te lo esperas, tienes que entregar todo lo que eres, lo que creías ser, para crecer desde otro lugar, y ese desapego no es fácil. Es muy incómodo para el ego.
El último encuentro Femenina ha sido posiblemente una de las mejores experiencias de mi vida, y ya van unas cuantas. No sabría decir el por qué con palabras, pero ha sido muy mágico. Me vienen imágenes que me llegan desde el corazón, es algo que va más allá.
Siempre me gusta asentar los conceptos y la base en la psicología científica y la epigenética, para explicar el por qué de lo que estamos haciendo, porque a veces son tan locas las experiencias que vivimos, que pueden sorprender y descolocar, pero siempre es un trabajo que está basado en una base científica que he estudiando durante muchos años, y hoy puedo integrar con el conocimiento ancestral en los encuentros femenina.
Es un camino que he experimentado en mi misma y en las diversas fases de mi experiencia a través de más de 500 personas a lo largo de mi carrera.
Pero esta vez ha superado todo lo que podía imaginar. Lo que ocurre detrás de bambalinas es pura sintonía con el espíritu y va mas allá de lo que yo pueda imaginar o planear, siempre me sorprende.
Cada vez es diferente y va un poco mas allá, es pura sanación, es complicidad entre mujeres a un nivel muy elevado, mas allá de las mascaras, sentir que somos parte de algo más grande que nos guía y hacer este camino juntas cada año, es hermoso.
Es toda una experiencia ver la caída de mascaras de las personas nuevas, así como una y otra vez, la caída de las nuestras propias, un poco mas allá, un poco más en profundidad. Cada vez son experiencias más profundas, más honestas y más divertidas. Este año me lo he pasado genial.
Ver florecer cada mujer, las caras del antes y del después. Desde la que llega despistada y no sabe ni porque esta allí, hasta la que sorprende al florecer cuando nadie lo espera.
Me siento honrada de conocer personas tan hermosas deseando mejorarse a si mismas y verlas volar. Es un placer compartir y poder mirarme en cada espejo es un trabajo profundo y hermoso. Duro para el ego, que queda perdido, tendido en el suelo, “nockeado”, sin poder actuar. El amor todo lo puede sanar, y el cuerpo sana cuando sana el alma.
Soy muy afortunada de poder hacer este trabajo y servir con lo que me ayudó a mi. Este camino que sigo caminando y nunca acaba, ni lo hará el día final, porque todo esto nos lo vamos a llevar, allá donde no se pueda contar con palabras, son enseñanzas que se graban el alma.
Cada vez vamos comprendiendo más la inmensa dimensión de ser mujer, la profundidad del sagrado femenino y la infinita capacidad de transformar la realidad, transformándonos nosotras mismas.
A veces puedo ver como la pequeña planta brota reventando la semilla, con una energía tan rebosante que no cabe en si misma, y es preciosa. Confío en la vida, soy optimista. Veo a tantas mujeres despertar y cambiar sus vidas, sus relaciones, sus rutinas del día a día y empezar a amarse a sí mismas. Es un cambio silencioso pero real.
Ir en contra de los viejos patrones, de lo que te resultaba conocido, de quien creías que eras no es fácil, es un camino de valientes, pero cuando van cayendo los velos, no puedes volver atrás, porque ya el antiguo traje te queda pequeño.
Empiezas a saborear la verdadera libertad.
María Pedraz PhD
Investigación Alternativa . Libertad de pensamiento
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